Hace tiempo que quiero dedicar una entrada a la influencia del lenguaje, me parece un mundo fascinante y con tanto poder en nuestras vidas que merece la pena profundizar en él.
En otros artículos he hablado de que muchos malestares humanos tienen que ver con la dificultad de vivir en el presente, las expectativas o la manera en la que gestionamos nuestra energía vital. No menos importante resulta la cuestión de llamar a las cosas por su nombre. Y es que, las palabras tienen un efecto realmente poderoso sobre nosotros, y como las creencias, construyen realidades.
Continuamente y de manera inconsciente mantenemos conversaciones con nosotros mismos. A veces entre diferentes aspectos de uno mismo dónde establecemos diálogos; otras veces con monólogos en los que interpretamos nuestra experiencia, emitimos juicios de valor y elaboramos hipótesis sobre los acontecimientos que nos suceden a nosotros y a los demás.
Con las palabras damos significado a las cosas. ¿Qué nos contamos a nosotros sobre lo que nos sucede? Pero sobretodo, ¿cómo nos lo contamos?
Las palabras pueden minimizar o magnificar las experiencias. Regulan la intensidad de las emociones y nos llevan a gestionarlas de una manera más o menos constructiva, dependiendo de su uso. Ello nos lleva a actuar y a estar en la vida de una manera determinada.
¿De qué manera trabajan para nosotros?
Las palabras funcionan como anclas que nos vinculan a sentimientos. El solo hecho de decir una palabra hace que el subconsciente conecte con ella y reaccione de una manera determinada. La mente subconsciente no sabe lo que es verdadero y lo que es falso, no juzga, sencillamente reacciona obedeciendo fielmente ante lo que le dice la mente racional.
A veces se usan palabras (eufemismos) para suavizar experiencias dolorosas que no se quieren vivir, otras veces se emplean palabras que dramatizan y añaden sufrimiento innecesario.
Con las palabras podemos vivir realidades o escapar de ellas. Aunque no es tarea fácil encontrar la palabra adecuada que nos acerque a lo que necesitamos, el lenguaje es un aspecto que con un entrenamiento adecuado produce resultados sorprendentes.
“La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta es la misma que entre el rayo y la luciérnaga”. MARK TWAIN.
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