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La llamada interior

Hay un momento en la vida en que algo nos llama a saltar al ´vacío´, a entregarnos a un camino para el cual no tenemos lo que yo llamo ´hoja de ruta´, un mapa por el que movernos, guiarnos y ubicarnos. No contamos con nada de antemano, salvo nosotros mismos y lo que vaya emergiendo momento a momento.

No sabemos cómo ni por qué algo en nuestro fuero interno nos llama a emprender un viaje con ruta desconocida. En algún lugar en nuestro interior hemos tomado una decisión, la decisión de navegar hacia un lugar que no conocemos, del que podemos haber escuchado hablar o no, un lugar por el que apostamos.

Iniciar esta travesía nos obliga, como reza el dicho, a soltar amarras y abandonar puerto seguro… no sabemos con qué nos encontraremos, no sabemos siquiera si nos encontraremos con algo (a veces ese es el gran temor, no encontrarnos con nada).

Pero no escuchar esa llamada, no iniciar ese viaje, es cómo morir. Es permanecer en agua estancada dónde nada surge, dónde todo movimiento se ´congela´ y la vida perece. Si no hay movimiento no hay crecimiento y si no hay crecimiento en cualquier sentido de la palabra, no hay vida.

Así pues, cualquiera que sea la causa por la que navegar vale la pena, ya que es en el viaje dónde nos conoceremos, de alguna manera, como no nos conocíamos: en aspectos no explorados, en recursos no desarrollados, en fortalezas no sentidas, en experiencias no vividas.

Y es así como yo me siento cuando recuerdo las palabras de Kavafis sobre las ítacas, ¿las conoces? Aquí las comparto.

Cuando emprendas tu viaje a Ítaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias.

No temas a los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón, seres tales jamás hallarás en tu camino, si tu pensar es elevado, si selecta es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.

Ni a los lestrigones ni a los cíclopes ni al salvaje Poseidón encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegues -¡con qué placer y alegría!- a puertos nunca vistos antes.

Detente en los emporios de Fenicia y hazte con hermosas mercancías, nácar y coral, ámbar y ébano y toda suerte de perfumes sensuales, cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.

Ve a muchas ciudades egipcias a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en tu mente. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje.

Mejor que dure muchos años y atracar, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino sin aguantar a que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte. Aunque la halles pobre, Ítaca no te ha engañado.

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Ítacas. (Konstantino Kavafis).

Para algunos las ´ítacas´ pueden asimilarse a procesos vitales cómo establecer un compromiso con la pareja, tener un hijo o estudiar una profesión mientras que para otros puede que comprendan un significado más trascendental como filosofía de vida dónde la enseñanza es el viaje. ¿Qué es Ítaca para ti?

Nos vemos en septiembre, ¡feliz verano!

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