Galería

Todos tenemos una historia

Nuestro cuerpo tiene una historia, nuestros miedos otra, también nuestros deseos. Tú tienes tu historia, yo tengo la mía y el otro la suya.

Cada uno tiene una historia diferente. Cada aspecto de nosotros también tiene una historia detrás de la cual se explica y/o se entiende mucho de nosotros, incluyendo aquellos aspectos que rechazamos, no entendemos o nos enfadan de nuestro hacer/pensar/sentir.

Es nuestra tarea vital aprender a ver esa historia para no repetirla, en este post, ´De dónde venimos… y adónde vamos´ hablaba de ello.

Quizá sea en el cuerpo donde más podemos rastrear el paso de los años, pero, ¿cómo podría un cuerpo contar una historia?

Desde nuestra expresión en los ojos, nuestra distancia en relación a otros, y la postura fisiológica que adoptamos podemos leer una parte de ésta historia. En lo que a la postura fisiológica se refiere es un campo que conocen bien los osteópatas, si no conoces a ninguno te recomiendo especialmente a uno en el siguiente enlace:

https://www.facebook.com/nachoclimentosteopata/

A veces confundimos las historias. Y es que, detrás de lo que pensamos que es nuestra historia ésta la verdadera historia. Cuántas veces he escuchado decir: ´No, es que yo soy así!´ Cuando en realidad no se trata de que uno sea así exactamente sino de que actúa así, que es muy diferente.

No solo es importante observar sino observar con objetividad y para ello hace falta una preparación ¿ No te ha pasado alguna vez algo similar leyendo una noticia? Lees o ves un informativo en un medio y el mismo en el otro y cada uno cuenta una historia sin que necesariamente ninguna de las dos sea la verídica. Resulta importante un buen ojo ´crítico´ para esto. Con nuestra vida no es diferente.

Siempre me he considerado una observadora curiosa, me ha fascinado mirar más lejos, saber, conocer los motivos que más allá de lo consciente, más allá de lo visible sostienen las actuaciones de las personas, por eso hoy me dedico a esto con una pasión que muchos conocéis de primera mano (como no, esto también tiene su historia…).

Sin embargo no siempre he observado con tanta claridad. Es una necesidad presente en determinados momentos de nuestras vidas parar y bajarnos de la vorágine en la que vivimos y escribir un capítulo de nuestra historia. Y esto es justo lo que voy a hacer yo ahora: Escribir un capítulo de mi vida, el nacimiento de mi hijo. Así que volveremos a vernos en un tiempo, no sé si mucho o poco, pero suficiente para poder escribir. Quizá solo sean dos semanas, quizá unas pocas más. Hay capítulos que con pocas palabras se escriben, mientras que otros necesitan más tinta…

A todos los que me acompañáis post tras post gracias por vuestra fidelidad. Nos vemos pronto… Abrazos!

Deja un comentario