A lo largo de la vida hay momentos de vacío y momentos de silencio. Estar vacío y sentirse vacío también forma parte de la existencia. Muchas veces se teme al silencio porque a través de él se despierta un vacío, algo extraño que no se conoce que es temido, precisamente por eso, porque es desconocido.
En terapia Gestalt se habla del vacío fértil. Se entiende como un estado dónde no hay nada, cómo el punto cero. En este vacío todo es posible y hay cosas que empiezan a emerger.
Imaginemos una ciudad que desaparece por completo. No quedan casas, no quedan calles, no quedan árboles, no quedan personas. No queda nada. Uno va allí y no sabe que hay. Es extraño porque viene de otra ciudad en que si hay calles, árboles, casas y personas. ¿Cómo? No es posible, no entiende, no sabe qué hacer. No tiene rumbo. Hay un cúmulo de sensaciones…pero, ¿qué hago yo aquí? ¿Qué tengo que hacer?
Ya no le sirve volver a la antigua ciudad, pero tampoco le sirve este sitio en el que se encuentra. Ahí empieza el vacío. Un vacío que puede ser estéril en la medida en que uno se debate y se siente desconcertado durante un tiempo prolongado. Un vacío que puede ser fértil en la medida en que uno empieza a construir. ¿La diferencia? Una actitud y una decisión.
En el vacío no hay reglas ni códigos, es como un mapa que se va trazando poco a poco y del que nacen auténticas obras de arte. En parte es doloroso. Hay cosas que mueren, sin embargo otras nacen. Uno puede llegar a entender entonces el sentido del dolor.
Hay personas que llaman a este tránsito “reinventarse”, otras “despertar” y otras «superación». Hay muchas maneras, cada una de ellas única en su experiencia. Hay personas que en este proceso encuentran el sentido de su vida, otras que se liberan de fuertes condicionamientos y algunas que definitivamente toman el rumbo de sus vidas.
Todas ellas son ejemplos de superación y resiliencia (el desarrollo de la fortaleza que surge en situaciones realmente adversas). Las personas que han tenido éxito en la vida no son ajenas a estos vacíos, en este artículo sobre la capacidad de superación hago referencia a ello.
Cada tránsito de vacío es diferente, como dice aquel antiguo dicho, nunca nos bañamos dos veces en el mismo río. Y eso lo hace especial.
¿Qué sería de la vida sin los vacíos dónde navegamos sin rumbo? Para encontrarse hay que perderse. El que no se pierde no se busca, y por tanto, no se encuentra.
Feliz fin de semana!
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