Este tema es un clásico en las parejas; muchas veces uno de los motivos por los que se acude a terapia. A veces es lo que origina el conflicto mientras que otras es uno más de los síntomas que la pareja presenta.
La monotonía es un estado que combina varios aspectos: hastío, aburrimiento, desasosiego, desesperanza entre otros. La persona que lo vive se plantea cuestiones vitales como si realmente es el hombre o la mujer de su vida, si es lo que quiere y/o lo que necesita, etc.
Además es un tema de reproches constantes, “es que tú nunca propones…”, “es que no te gusta hacer tal y tal…”, “eres un indeciso/a”, “si por ti fuera nunca saldríamos…”, etc. La persona está en una lucha interna…no quiere romper con la relación pero tampoco quiere seguir viviendo así.
Cuando esto se prolonga uno tiene que tomar una decisión entre dos aspectos no deseados… ”no quiero esto y no quiero aquello”… ¿y entonces? Se da un gasto de energía vital importante ya que la persona lucha y se debate entre dos opciones que no le atraen: dejar la relación o asentir que eso es lo que hay.
Puede aparecer al llegar un hijo a la familia, al finalizar la etapa del enamoramiento, al depositar unas expectativas poco realistas en el otro…o incluso porque sencillamente tiene que darse: porque en la pareja hay etapas de cambios y etapas de estabilidad. A veces es cosa de uno mismo y de cómo gestiona su tiempo y su espacio en la pareja, otras resulta que hay algunas cuestiones que están contribuyendo a ello.
La monotonía no sólo se manifiesta en hacer las cosas de siempre, sino en cómo se hacen. Es común poner el foco en no hacer cosas nuevas sin embargo me pregunto cómo hacemos las cosas que ya hacemos. Un punto tal vez sea observar estas cosas y probar nuevas maneras. No hace falta introducir grandes cambios, a veces pequeños detalles marcan la diferencia.
Para abordar esta cuestión conviene revisar las creencias sobre estar en pareja y algunos mitos sobre el amor romántico. También revisar los modelos incorporados de la relación de pareja de nuestros padres, a los que de alguna manera u otra guardamos cierta lealtad.
Después de ello puede que decidamos romper la relación o simplemente nos demos cuenta de que hay más opciones para gestionar la monotonía. La diferencia se basará en que lo haremos desde la elección libre y consciente y no desde la necesidad imperiosa de poner fin al sufrimiento.
Os invito a reflexionar sobre ello y a que compartáis vuestras vivencias.
Feliz fin de semana!
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