La paciencia es una cualidad que reconocemos en aquellas personas que tienen capacidad para soportar determinados trabajos, situaciones y contratiempos.
También es conocida como una cualidad que se desarrolla en la relación con el otro, especialmente, en aquellas cosas que nos incomodan del otro y en las que no estamos de acuerdo.
Los límites, necesarios en nuestras vidas, tienen que ver con la paciencia y también con la exigencia.
En la relación con los demás a veces somos personas excesivamente pacientes; otras, excesivamente impacientes.
¿Dónde está el límite de nuestra paciencia? ¿Qué nos permite ese límite? ¿Qué nos impide?
Estas tres preguntas son de gran ayuda cuando uno siente que en las relaciones hay algo que no funciona. Es posible que empiece con sensaciones de agotamiento, duda, sensación de no ser correspondido por el otro…y diversos indicios de que hay un desequilibrio en la forma de estar en la relación.
El exceso de paciencia o impaciencia provocan alteraciones en el equilibrio personal y relacional que cuando no derivan en relaciones terminadas lo hacen en constante insatisfacción con uno mismo y con el otro.
Empezar a observar que tendencia predomina en la forma de relacionarme con los demás. Elegir conscientemente cuando quiero tener paciencia con el otro o cuando decido que es suficiente. Considerar si paso de un extremo al otro con facilidad.
Como condición básica, respetar mi ritmo: Tener paciencia con lo que descubra que hay en mí me dará el tiempo que necesito para decidir qué hacer con ello.
Estoy de acuerdo, el poner límite me traslada a tener dignidad con un mismo. La paciencia…hasta cierto punto….la impaciencia también. Conocerse es lo que te permitirá saber donde está el límite. gracias
Me gustaMe gusta
Gran frase Rocío: «el poner límite me traslada a tener dignidad con uno mismo». Gracias por compartir tu sabiduría en este espacio! Un abrazo grande!
Me gustaMe gusta