En la escuela se nos enseña a leer y a escribir… destrezas necesarias para comunicarnos mediante el lenguaje escrito. ¿Por qué no a hablar y a escuchar? Imprescindibles en la relación con los demás y en el desarrollo personal.
Tener vocabulario, conocimientos, etc. no es saber hablar. Respetar los turnos de palabra no es saber escuchar. Uno puede hablar sin decir nada y el otro escuchar sin enterarse de nada aunque oiga el sonido de las palabras. Hay una diferencia entre oír y escuchar.
Muchos conflictos en las relaciones se producen por no saber hablar; la mayoría por no saber escuchar. Y es que, si hablar es importante, escuchar todavía lo es más. Algunas veces las personas cuando entran en conflicto señalan que no hay comunicación. Este es quizá uno de los elementos más importantes a considerar en la escucha: Todo es comunicación. El silencio es comunicación. La mirada es comunicación. La no mirada también.
Si somos capaces de incorporar que siempre hay comunicación tenemos mucho ganado en el arte de escuchar, ya que empezaremos a ver que la otra persona tiene algo que contarnos a través de su lenguaje no verbal.
Cuando el otro me habla (verbalmente), ¿desde dónde lo hace? ¿Qué expresa con su tono de voz, con su mirada, con su expresión facial? ¿Es una necesidad, un deseo, un sentimiento respecto a alguien, respecto a algo?
Cuando no me dice nada (verbalmente)…¿qué me está diciendo? ¿qué dice con su cuerpo? ¿qué dice con su mirada (o sin su mirada)? ¿Cómo es su distancia respecto a mí?
Aún así resulta imprescindible saber qué efecto tiene eso en mí. ¿Desde dónde le escucho yo? ¿Cómo me encuentro en ese momento? ¿Hay cansancio, aburrimiento, enfado, alegría….? ¿Me encuentro pensando en lo que le voy a decir cuando acabe de hablar? ¿Estoy suponiendo a dónde quiere llegar con lo que me dice? ¿Me importa lo que me está contando, o me parece más de lo mismo?
Estas y otras preguntas que podemos responder ante una conversación que hayamos tenido son herramientas para tomar conciencia de aspectos que pueden interferir en la escucha. Si al inicio de la conversación hay una interferencia en la escucha, probablemente ello contamine toda la conversación.
Escuchar es captar al otro en su totalidad, lo que me expresa verbalmente y lo que no. Se escucha con todo el cuerpo, no solo con los oídos. Se puede escuchar desde la mente o desde el corazón. O desde los dos. Pero para aprender a escuchar hay que entrenar. Y para entrenar hay que renunciar a hablar. Sencillamente sentir.