Nacemos, crecemos y llegamos a ser quienes somos en base a unas pautas de conducta y unas creencias que nos vienen dadas; en parte por nuestra familia, en parte por el entorno en el que vivimos.
Buscamos una forma de ser aceptados y queridos por los demás. Con esto, empezamos a aceptar partes de nosotros mismos y a negar otras. Podemos ser de una manera y no de otra.
De esta manera, mostramos a los demás aquellos aspectos que nos acercan a la imagen que queremos dar de nosotros mismos, y ocultamos aquellos otros que nos alejan de ella; algunas veces de forma consciente, otras de forma inconsciente.
Es como hacer dos equipajes. En uno ponemos lo que nos gusta y en el otro lo que no nos gusta. Y vamos sobrecargando uno a costa del otro.
Y de repente…necesitamos algo que está en el equipaje que no nos gusta! Pero nos pesa tanto que no podemos con ello! En el peor de los casos ni nos cuestionamos la posibilidad de buscarlo, eso no entra en lo que somos… Y ahí viene el conflicto.
“Quiero tiempo para mí, pero como voy a decir que no, si yo soy una persona amable… necesito decirle a mi compañero de trabajo que no está haciendo las cosas correctamente, pero yo nunca llamo la atención a nadie…me gustaría decirle a mi pareja que no pienso aceptar el tono de voz con el que me habla, pero pienso que tengo que ser paciente”. Son algunos ejemplos de cómo dejamos de ser lo que necesitamos y nos empeñamos en ser exclusivamente lo que “queremos” ser.
Lo cierto es que precisamos los dos equipajes para desenvolvernos con autonomía. Un trabajo necesario es deshacer los equipajes y empezar a combinarlos. Así, podemos coger lo que necesitemos en el momento en que lo necesitemos.
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