La vida nos pone en constante necesidad de vivir experiencias y situaciones, deseadas y temidas, explorar aspectos no conocidos de nosotros mismos y poner a prueba capacidades o recursos que están dormidos; esperando la oportunidad para salir a escena.
A menos que les demos permiso permanecen ahí: en la fantasía, en la imaginación, en el cómo sería si… sin posibilidad de tomar un lugar. Es obvio que nos gustaría que saliesen, a veces no sabemos cómo, a veces deseándolo mucho hay algo que parece frustrar nuestros sueños. Otras veces preferimos que todo se mantenga intacto, como resumiría la expresión «más vale malo conocido que bueno por conocer».
Relaciones que afectan nuestro equilibrio, trabajos que perturban la salud, proyectos brillantes que se quedan en el papel…
Cierto es que todo cambio conlleva un riesgo, es terreno desconocido y como tal es poco predecible. Con todo ello optamos por mantener situaciones, momentos que nos angustian pero nos resultan conocidos en lugar de entrar en nuevos escenarios o salir de viejos por temor a lo que pueda pasar, por comodidad, etc.
Hay una frase de Paulo Coelho que resume de forma muy clara lo anterior:
«Lo que ahoga a alguien no es caerse al río, sino mantenerse sumergido en él».
Empezar de nuevo, de la manera que podamos, pero empezar; para luego volver a empezar y seguir empezando cada día que pasa. Esto hace que nos sea más fácil el cambio y nos entrena ante las adversidades de la vida. Con el tiempo, nos muestra que estamos más cerca de conseguir aquello que anhelamos.
Salir de la zona de confort asusta pero te hace crecer y estar mas cerca del éxito de uno mismo.
Me gustaMe gusta
Pingback: Educar en la constancia | IRENECALATAYUD