¿Es “rara” la persona que va a terapia? ¿Está “loca” o ha perdido el sentido de la realidad? ¿Tiene altibajos emocionales?
Muchas personas hablan con naturalidad de que van al médico digestivo, al urólogo, al médico del corazón… Sin embargo hablar del psicólogo, del psicoterapeuta o de la terapia… eso son palabras mayores.
¿De dónde incorporó uno estas creencias sobre ir a terapia? ¿De la familia? ¿De los medios de comunicación? ¿De la calle? ¿De una experiencia con algún profesional de la psicología?
Ir a terapia ha sido asociado desde mucho tiempo atrás con la enfermedad, la debilidad, la locura, la falta de…
Afortunadamente para muchos lo anterior ya es discutible. Aun así, la asociación de la locura y de la rareza continua estando ahí en el inconsciente colectivo… quizá por falta de información, quizá porque uno juzga como ´loco´ o ´raro´ ciertas cosas que le suceden y de alguna manera ir a terapia es afirmar eso que uno cree.
De esta manera uno arrastra consigo esas ideas que le han contado o que ha tomado ni se sabe dónde y no quiere que le vean o que se enteren si acude, hasta que a fuerza de ver que no va de eso, rompe con ellas. Otros tienen bien claro que lo loco, precisamente, sería no acudir.
Es muy importante considerar lo que entendemos por locura. No obstante, no podemos entender la locura si no revisamos el concepto de normalidad. Cuando hablamos de normalidad hablamos de algo que se ajusta a un criterio, a una norma… algo habitual o que guarda unos valores medios, es decir, ni por exceso ni por defecto.
Si hablamos de locura hablamos del no ajuste al criterio, a la norma o al hábito común. ¿Y si lo loco fuese, precisamente, ese criterio, esa norma o ese hábito común?
En cierta manera, todos estamos algo ´locos´. La locura, tal y como la entendía Fritz Perls no es más que lo que él llamaba “neurosis”. Diferentes personas, diferentes tipos de neurosis o de locura. ¿Lo común? Un uso de pautas y esquemas viejos. Una manera de ser y estar en la vida, que en algún momento nos sirvió para adaptarnos y conseguir algo pero ahora ya no vale. Lo que conocemos por mecanismos de defensa.
Por otra parte, la locura, no deja de ser una adaptación a la sociedad en la que vivimos.
Ya lo decía Jiddu Krishnamurti: «No es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma.»
También Alfredo Moffat, psicólogo social y psicodramatista decía que “cuando uno se cura, solamente se transforma en alguien más adaptado a la vida” (que no a la sociedad).
Por adaptarse a lo convencional, a lo normativo, al criterio…se pierde lo genuino, la idiosincrasia… ¿es posible preservar lo propio de uno frente a lo establecido y estipulado? ¿Es tan normal aquello que consideramos como “normal”? Aquellas personas que nunca irían al psicólogo bajo ningún concepto…¿gozan de “buena” salud emocional?
Os dejo con estas reflexiones, que más que responder invitan a repensar algunas creencias sobre la terapia.
Feliz viernes!
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