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La muerte, la vida

La muerte, la vidaNo es posible entender la muerte, si no entendemos la vida, así lo decía Khalil Gibran en su poesía ´De la muerte´

(“Queréis conocer el secreto de la muerte. Pero ¿cómo vais a descubrirlo si no buscáis en el corazón de la vida?…”)

Aun así, resulta difícil entender algunas muertes como las del pasado viernes en los atentados de París, las precedentes en Siria o las de los 147 asesinados en la universidad de Kenia entre otras muchas. Ante esto no puedo más que preguntarme… ¿Qué valor le damos a nuestra vida y a la vida de los demás? ¿Dónde quedó la humanidad y la grandeza del ser humano? ¿Qué grado de sensibilidad tenemos ante las pérdidas y cuánto nos dura?

Claudio Naranjo en sus reflexiones sobre la muerte decía que vivimos como si no fuéramos a morir, como si no nos importara en absoluto. Se nos ha educado con el miedo a la muerte en lugar de educarnos en la conciencia de la muerte. Cuando éramos niños se nos ´ocultaba´ y se nos protegía de la muerte, creyendo que eso nos protegería del dolor y nos haría más fuertes. Tal vez por pensar que no estábamos preparados, tal vez en pos de evitar que ello fuese una experiencia traumática porque así lo han vivido los adultos que nos cuidaron y la cultura en la que hemos crecido.

De cualquier manera, no es sino ante la muerte cuando la vida adquiere un valor incalculable. Antes o después todos vamos a morir, este es un hecho del que no podemos escapar. A veces preferimos no pensar sobre ello, mientras que en otros momentos, ante la muerte de una persona cercana o muertes por catástrofes injustas, se hace presente la finitud de la vida y, de alguna manera, el sentido de la misma. El hecho de pensar que la existencia tiene un límite otorga un sentido y un propósito a la vida.

Si sintiéramos que nos vamos a morir seríamos mejores personas, no seríamos tan narcisistas. Si supiéramos que nos vamos a morir, si sintiéramos que nos queda poco tiempo para vivir, lo aprovecharíamos mejor. Si sintiéramos que la muerte está a la vuelta de la esquina, que puede llegar inesperadamente, si realmente sintiéramos eso, tal vez nos dedicaríamos un poco más a buscar eso que no es mera supervivencia y comodidad o dinero o status. Las cosas más profundas de la vida las buscaríamos más si supiéramos que la vida es un recurso escaso, que lo es”. (Claudio Naranjo)

Muchas cuestiones que mantienen nuestra mente en diálogos constantes, muchos asuntos a los que llamamos “problemas” dejan de importar cuando la muerte se hace presente, cuando se hace consciente en alguna de sus maneras. Lo mismo con la enfermedad. Ahí es donde uno puede tomar conciencia de lo maravilloso de la existencia y del absurdo de preocupaciones y “vanalidades” que nos mantienen ´distraídos´ de lo que realmente importa en la vida.

Siento, mientras escribo estas líneas, que el pensar sobre la muerte me ofrece una vida más consciente, más meditada y más plena, me hace estar agradecida con lo que la vida me ofrece y me permite aceptar lo que no. Me ayuda a tomar decisiones desde mis valores más genuinos y me regala la posibilidad de vivir en el momento presente, disfrutando cada instante como único.

Ojalá muchas personas aprovecharan la vida siendo conscientes de la muerte y de lo que se acaba con ella. Porque el que no aprecia la vida, está más muerto que vivo.

Espero vuestros comentarios, opiniones, aportaciones. Me encantará leerlos. Seguimos la próxima semana…

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Una respuesta a “La muerte, la vida

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