Este es un tema en el que todos tenemos bastante experiencia. Si de algo tenemos para hablar largo y tendido es de las excusas, las justificaciones y las argumentaciones para no realizar nuestros anhelos, deseos, compromisos, etc.
Si cada vez que nos planteamos realizar algo, ya sea iniciar un nuevo proyecto, reafirmar nuestra opinión frente a otros o no quedar con una persona dijéramos no quiero en lugar de no puedo ganaríamos un paso en el camino.
El no puedo, no tengo tiempo, ahora no es el momento… muchas veces es la canción que queremos escucharnos (has leído bien: escucharnos), ya que escucharnos no quiero sería entrar en conflicto con nosotros mismos, en lo que llamamos disonancia cognitiva. Es una forma sutil de no contarnos la verdad y seguir en la pasividad y en nuestro status quo para no enfrentarnos con la realidad.
A veces el uso repetido del no puedo es una manera de evitar la responsabilidad que se deriva de nuestras propias decisiones: “No puedo decirle lo que pienso…”, “no puedo dejar de hacer lo que hago…”, “no puedo empezar con esto ahora…”, “no puedo dejar esta relación…”, etc.
Una de las premisas básicas en el crecimiento personal y en la consecución de objetivos es la honestidad, algo sobre lo que hablamos mucho y practicamos poco. La honestidad con uno mismo es una cuestión esencial para poder crecer.
Sucede que la honestidad tiene esa parte de verdad incómoda, hay cosas que nos cuesta ver de nosotros mismos, nos asustan, no son deseadas… así caemos en algunos mecanismos para no incomodarnos como quitar importancia a las cosas, atribuir la causa de lo que nos pasa al azar o a otras personas, pensar que eso no tiene remedio y sobreadaptarnos a las situaciones.
El “no puedo” es una de tantas formas de autoengaño. Es como recurrir a una historia que justifica el no hacer. Finalmente de tanto contarnos lo mismo acabamos creyéndolo firmemente. Si bien, tarde o temprano esa evitación de la verdad acaba manifestándose de una manera tan clara que frente a eso no podemos huir, ya no podemos obviar algo tan evidente.
Cuando eso sucede muchos esquemas se vienen abajo y uno se da cuenta de que todo lo que ha estado contándose durante ese tiempo eran pretextos y atajos a lo fácil. Es así, ante la verdad no queda otra cosa que darse cuenta y preguntarnos: ¿Qué es lo que quiero ahora? ¿Hacia dónde voy?
Recordar que tenemos el poder para decidir lo que queremos hacer y recuperar el poder para hacerlo es la vía de salida para cualquier excusa y «no puedo» que se cruce en nuestro camino.
Feliz viernes!
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