En la pareja 1+1 no es igual a 2. Es bastante común caer en la equivocación de que la pareja son sus componentes y el origen de los conflictos, crisis y por tanto la responsabilidad del cambio está en el otro.
La pareja también es el modelo que sus miembros crean; su vínculo, su modo de ser, estar y hacer que hace que sea única y diferente a otras parejas. Resulta necesario mirar la pareja como ese tercer espacio que los dos miembros van tejiendo.
Frecuentemente los miembros se reprochan entre sí lo que el otro hace o no hace, dice o deja de decir. Un método que da lugar a la pasividad y a perpetuar el conflicto interminablemente. Algunas veces estos reproches que le hacemos al otro tienen que ver más con nosotros que con la pareja, pero de esto hablaré en otro post.
Es más cómodo perseguir, echar la culpa y decir que el otro es el causante de mis problemas que pararse, sentir y ver que le lleva al otro a estar así o que me pasa a mí con la actitud del otro.
Si adquirimos una visión de equipo será más fácil la resolución.
No obstante, es necesario volver a uno y observar como eso que tejemos a mí me vale o no para actuar en consecuencia. Por ejemplo si sentimos que damos más en la relación de lo que recibimos se va a producir una descompensación que puede ser una auténtica bomba de relojería, y entonces es probable que caigamos en la trampa de exigir al otro que nos dé lo mismo que damos en lugar de mirar hacia nosotros.
En este sentido cada miembro de la pareja es agente activo al 100 %, contribuyendo e incentivando lo que para él es importante en la pareja.
Ir y venir en la observación de lo que uno construye y en lo que la pareja se construye es una buena herramienta para empoderarse en la relación y que se produzcan cambios, evitando la trampa de pensar que la relación no funciona porque el otro no cambia.
Empezar a ver la relación de pareja cómo un equipo en el que juego y en el que gano o pierdo según mi estrategia y en el que permito que ganemos o perdamos los dos. Empezar a sentir la pareja como 1+1=3.