En algunos momentos de nuestra vida cuando nos vemos inmersos en situaciones inesperadas, desconocidas e incómodas podemos pensar que eso que está sucediendo es terrible.
Miramos tan de cerca esta situación que lo que vemos es sólo la vivencia que estamos teniendo en la situación, se produce lo que llamamos una identificación: se tiñe todo del mismo color impidiendo que veamos el resto de los colores del paisaje, como dice la conocida frase, ´los árboles no dejan ver el bosque´.
Ampliar la mirada es necesario para poder adquirir perspectiva; es preciso poner distancia para poder comprender. Cuando más pegados estamos a algo más difícil resulta poder ver con claridad. A veces esto solo es posible cuando pasa el tiempo y entendemos, desde la distancia, que aquello tenía un propósito bien perfecto.
Aquel trabajo que terminó para poder iniciar un proyecto apasionante, aquella relación que fue un auténtico tormento para poder encontrarse con uno mismo, aquel viaje que tuvimos que hacer sin muchas ganas para poder determinar aquello que ahora le da tanto valor a nuestras vidas… ¿quién no ha sentido alguna vez que dónde menos lo esperaba, cuanto más difícil era algo ahí es donde encontró lo que necesitaba?
La curiosa paradoja de la vida es que, lo peor que nos sucede en la vida resulta ser, al final, lo mejor. El detonante, el que marca un principio, no un final.
Hay un cuento que ilustra esto de una manera sencilla, a continuación podéis leerlo.
“Un rey reunió un día a sus sabios y les preguntó qué podía hacer para afrontar un grave problema que, aparentemente, no tenía solución. Uno de los sabios se acercó y, en una pizarra, le dibujó una línea vertical diciéndole: Majestad, os contestaré vuestra pregunta si me decís como se puede hacer que esta línea sea más pequeña sin borrarla. Tras meditar la respuesta, el rey hizo dos cosas: primero se puso a mayor distancia de la línea, viéndola así más pequeña. Y, en segundo do lugar, trazó otra línea mucho más larga junto a la primera, pareciendo ésta más pequeña. Entonces el sabio dijo: en efecto, Majestad, habéis encontrado las dos respuestas. Un problema grave se puede hacer más pequeño si logramos ponernos a distancia de él y, en segundo lugar, si creciendo nosotros como personas logramos que el problema se vea más pequeño”.
Cuestión de perspectiva, ¿qué pensáis? ¿cuántas veces habremos llorado, sufrido, preocupado… sin saber que la vida nos estaba ayudando y despejando el camino para ver el bosque?
Feliz viernes!