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El mito de la ´bofetada´ a tiempo

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Empiezo este artículo abriendo un tema que suscita debate cuando uno habla según en qué ámbito. He usado la palabra ´bofetada´ aunque también podríamos extenderlo a otras formas de castigo no físicas: un grito, una reprimenda, una descalificación, etc.

Sin embargo no pretendo entrar en si está bien o está mal, o si puede crear traumas y heridas. Hay miles de estudios donde se constata que la agresión física predispone a las personas a desarrollar conductas de aislamiento, conductas antisociales y a actuar del mismo modo: agrediendo. No sólo hay estudios sino que en mi trabajo lo puedo constatar con frecuencia. Esto son algunos casos, con frecuencia las huellas que deja el castigo en las personas a las que se le aplica tienen que ver con falta de confianza en sí mismas y en un estado de estrés-alerta permanente, entre otras.

Mi objetivo al escribir este post es otro. Es precisamente tomar conciencia de qué se persigue cuando un adulto utiliza esto. Muchas veces los adultos sostienen la creencia de que si hubiesen sido más firmes, más autoritarios o hubieran castigado una conducta se hubieran evitado ciertos problemas con sus hijos o hubieran conseguido que fueran de una manera determinada.

¿Qué es lo que necesita un padre/madre de su hijo/a? ¿Influir en él/ella? ¿Ser respetado? ¿Seguridad en qué su hijo/a va por buen camino? ¿Qué le obedezca? ¿Sentirse valorado/a como padre/madre? Tal vez una de estas cosas, tal vez todas. Sin embargo cuando alguno de los padres utiliza el castigo, ya sea físico, verbal o emocional se aleja de su objetivo. Independientemente de los efectos que este provoca en el niño/a cualquier efecto positivo que quisiera provocar se va ´al garete´.

El padre o la madre pierden poder y encima se sienten culpables. A veces el desánimo les invade y hace que piensen que no pueden influir en sus hijos; no es extraño observar como cada vez hay casos de niños más pequeños que ganan poder a los padres y casos en que los padres desesperadamente no saben ya que hacer.

Aquí se abre otro tema interesante a explorar y que puedes ampliar aquí, y es que es los padres también fueron hijos y aprendieron de sus padres, y sus padres les educaron cómo mejor supieron, porque los padres, también fueron hijos. Como todo, quién solo tiene un martillo usa el martillo para todo, pero quien incorpora más herramientas puede escoger cual se ajusta a sus necesidades y a las de la tarea, en este caso: educar.

Hemos crecido en un sistema de castigo y recompensa para influir en los niños sin reparar que ni uno ni otro hacen que ellos crezcan y encuentren un auto-apoyo emocional (aunque te pueda parecer extraño la recompensa tampoco consigue lo que buscas, en otro post hablaré de ello). Por suerte hay muchas herramientas para educar y sobre todo obtener aquello que los padres anhelan y los hijos necesitan.

Esta es una llamada para desmontar este mito sin entrar en debates que nos pierden y nos confunden de si es bueno o malo un ´cachete´ a tiempo (un debate de valores que creo que mantiene distraídos y versa en torno a la culpa o a la minimización de ella) y nos desvían de lo que realmente importa: relaciones sanas y constructivas entre padres e hijos; relaciones sanas de futuros adultos con ellos mismos y con otros adultos. Es una petición para abrir la mente y el corazón, y ver que lo que hay detrás, la intención última de educar no se logra con el castigo, del tipo que sea. Existen otras vías que sí logran educar.

¿Me ayudas a crear conciencia? Comparte este post para que pueda abrir espacios de reflexión.

Feliz viernes amigos!

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