Crecer con la pareja

¿Qué nos lleva a estar en pareja? ¿Elegimos a la persona con la que nos emparejamos? ¿Desde dónde lo hacemos?

Hay tantas motivaciones, razones y anhelos para estar en pareja como personas hay en el mundo. La elección de estar en pareja es tan válida como la elección de estar sin ella, como suelo decir no es lo que hacemos sino desde donde lo hacemos.

Hace tiempo escribí sobre el crecimiento con los hijos, como de alguna manera nos ponen frente a frente con aquello que no conocemos de nosotros mismos, con aquellos aspectos más olvidados que nos molestan y que no queremos ver de nosotros.

Estar en pareja no deja de ser una manera de crecer personalmente dónde uno incluye al otro como compañero de viaje. Un viaje que incluye pérdidas, madurez, crisis vitales de ambos, nuevos retos, hijos, desencuentros, reencuentros…

Es cierto que no todos son buenos compañeros de viaje…muchas veces cada miembro de la pareja mira hacia un lado, de manera que no puede ser posible el encuentro. Frecuentemente me encuentro este tipo de casos, alguien que lucha por rescatar aquello que tuvo, aquello que fue pero, en definitiva, aquello que no va a volver porque como reza el dicho ´nadie se puede volver a bañar dos veces en el mismo río´.

No obstante también acuden esas parejas dolidas, aquellos que con el corazón en un puño que sufren porque aman a su compañero/a pero sienten que no tienen alternativa, que continuar es sufrir y dejarlo es renunciar a algo valioso.

¿Cómo es posible trascender estos momentos y crecer como pareja? A menudo pensamos que si nos sentimos distanciados, confundidos o incómodos es que algo va mal en la pareja, cuando a veces, no es en la pareja donde tenemos que mirar sino en cada uno. Aprender a mirar con que aspectos del otro, con que conductas o actitudes me cuesta lidiar es un buen comienzo, no para que el otro las cambie sino para que yo haga un trabajo con ellas.

Es obvio que la pareja es un camino de aprendizaje, el otro/la otra es un maestro. Cómo buen maestro no nos revela lo que necesitamos aprender, sino que somos nosotros los responsables de descubrirlo.

Crecer en pareja es como una danza, una danza en la que empezamos bailando con las luces (aquellas cosas del otro/a que vemos, que son visibles…) y que continua con las sombras (aquellas cosas que van emergiendo a medida que se estrecha  el vínculo). Aquí deviene una de las cuestiones más importantes, y es que, bailar con las sombras es bailar con aquello que no vemos, con aquello que nos saca de quicio.

Hace poco leí una frase que decía así: ´El problema es que te enamoraste de mis flores, no de mis raíces… Y cuando vino el otoño no supiste que hacer´. Como de alguna manera, nos enamoramos de las coincidencias y nos desenamoramos de las diferencias, aunque el verdadero encuentro reside en estas últimas.

Para trascender los momentos difíciles, las crisis y los desencuentros es necesario incorporar la idea de que van a darse, de que es necesario que se den e incluso que uno puede llegar al límite de sentir que abandona el barco.

Hace falta un compromiso personal con uno mismo y con el otro de poner, por encima de todo, el deseo de superarse y transformarse. Un buen compromiso teje los lazos que ayudan a las parejas a sostenerse en los momentos difíciles.

Feliz viernes!