Quizá te suene esta frase, tú mismo/a la has usado alguna vez o tal vez otras del estilo ´con el tiempo lo superaré´, ´lo que tengo que hacer es no pensar en ello´, ´esto tiene que pasar por mí´, ´nadie me puede ayudar´, etc.
Puede ser que no, puede ser que has ido a terapia y ya sabes que no va de ésto, que no tiene que ver con que estés ´bien´ o con que estés ´mal´, con los consejos, con el no poder, etc. sino con los llamados puntos ciegos que no vemos si no es mediante un acompañamiento terapéutico.
Precisamente, este es uno de los aspectos más importantes de la terapia: ampliar la conciencia, ensanchar la visión y poner el foco en aquellos aspectos de uno mismo de los que no sé es consciente y dónde, finalmente, puede haber recursos que no se utilizan o limitaciones que boicotean y nos dificultan el crecimiento.
En este sentido el darse cuenta de los puntos ciegos y ampliar la conciencia hace que tengamos un mayor autoconocimiento de nosotros mismos con todo lo que ello supone (ampliaré en otro post): relaciones más sanas, desarrollo de la creatividad, gestión emocional efectiva, consecución de objetivos personales y/o profesionales, gestión de la energía y del tiempo, etc.
Por supuesto también hay momentos y fases críticas de la vida en que uno busca terapia para afrontar pérdidas, infidelidades en la pareja o cambios vitales que ponen a la persona en situaciones desconocidas que es necesario atravesar y dejar en su sitio.
Tanto en un caso como en otro, muchas veces el significado que se le da a ir a terapia es equivocado: ir a que otro me ayude, ser débil, estar loco,… y miles de cosas parecidas que no tienen nada que ver con la realidad.
Ir a terapia es ocuparse de uno mismo, como decía Fritz Perls es ir hacia el autoapoyo, que en este caso no significa como muchas personas entienden ser autosuficiente, no pedir ayuda cuando se necesite y cosas por el estilo, sino hacerse cargo de uno mismo, de sus decisiones y de la satisfacción de sus necesidades.
Las personas que acuden a raíz de una crisis, bien sea una ruptura de pareja o la quiebra de una empresa por poner algún ejemplo y se ven empujadas a tener que hacerlo acaban agradeciendo lo sucedido al descubrir que pueden dar un sentido totalmente diferente a sus vidas y que, si no hubiese sido por eso nunca se habrían planteado ir a terapia.
No hace falta que pase algo para ir a terapia, a veces la cuestión justamente es la opuesta: el hecho de que no pase nada.
De esta manera cada cuál decide si lo necesita o no, pero decidir sin saber de qué va la terapia puede ser perder una oportunidad precisamente por suponer lo que es.
¿Qué piensas tú sobre ir a terapia?
Feliz viernes!
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