¿Qué son las profecías autocumplidas? ¿Cómo operan en nuestro día a día? ¿Qué podemos hacer con ellas?
Una profecía autocumplida es una predicción sobre nuestro comportamiento o el comportamiento de otra persona en un momento y lugar determinados. El simple hecho de creer o describir dicha predicción va a ser suficiente para que se desencadenen las circunstancias necesarias para su cumplimiento.
En la escuela su funcionamiento es claramente observable. En los alumnos que son percibidos por el profesor como más aventajados, capaces e inteligentes se crean unas expectativas de resultado que hacen que el alumno tenga un rendimiento acorde a esa percepción.
Estas expectativas pueden ser conscientes o inconscientes, la cuestión es que hacen que el profesor tenga unas opiniones determinadas sobre cuestiones como el rendimiento, la capacidad o la eficacia de sus alumnos desde las cuáles se relacionará de una manera determinada confirmando así sus opiniones.
Lo anterior no es exclusivo del entorno educativo, sino que también se da en otras relaciones: padres-hijos, pareja, equipos de trabajo… Lo paradójico es que gastamos grandes cantidades de energía tratando de solucionar conflictos, por ejemplo en la pareja, sin cambiar nuestras ideas o expectativas sobre el otro.
Lo mismo cuando ponemos el foco en la dificultad de los niños para cambiar (aquí puedes encontrar información sobre ello). De esta manera cualquier esfuerzo es en vano, pues por mucho que hagamos seguimos con nuestras creencias que nos van a llevar actuar de acuerdo a ellas y a decir…´Ya lo sabía…´, ´Era de esperar…´, ´Lo intuía…´, etc.
Es frecuente incurrir en este tipo de sesgos cuando las personas actuamos según unas expectativas inconscientes, no revisadas y que no tienen que ver con lo que queremos sino más bien con lo que se espera de nosotros.
Nuestra manera de actuar es fiel a nuestras creencias, si bien estas creencias pueden ser introyectadas desde fuera, es decir: ideas, opiniones, descripciones sobre uno mismo que son incorporadas sin un proceso de discriminación, sino porque así se nos enseñó.
De adultos llegamos con muchas de ellas, algunas pueden haber sido retiradas con el paso del tiempo, sin embargo la mayoría están ahí, funcionando como ideas preconcebidas que influyen en nuestro autoconcepto, en nuestra autoeficacia y nuestra autoestima.
Al trabajar con ello muchas personas se sorprenden descubriendo capacidades, recursos y/o maneras de ser de los que no eran conscientes. Otras se liberan de falsos condicionamientos que habían asimilado sin cuestionamiento alguno. Sin duda, lo mejor de todo es la capacidad de elegir en cada momento lo que somos y hacemos y la libertad que se deriva de ampliar nuestros límites.
Feliz viernes!
Es la escuela, después de la familia, donde crecemos y «nos nutrimos» en nuestro desarrollo como seres humanos individuales/sociales… L@s maestr@s y educador@s, la mayoría de las veces, lo único que tenemos que hacer es «creer en ellos y en sus capacidades….»
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Así es Maite, algo tan sencillo y tan poderoso a la vez…simplemente creer en ellos hará que proyectemos esa confianza que tanto necesitan durante esta etapa de sus vidas…un saludo
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