¿Quién eres?

A veces otorgamos una importancia especial a lo que los demás piensan de nosotros. Aquella frase que decimos: «A mí no me importa lo que los demás piensen de mí». En menor grado, en algunos aspectos u otros, con algunas personas u otras, nos importa la opinión de los demás.

Ya sea porque queremos ser reconocidos, entablar una amistad, que nuestro hijo nos escuche o nuestra pareja nos entienda. Ya sea porque necesitamos algo del otro o porque no queremos lo que nos ofrece. Porque nos pide algo y no queremos darlo. La opinión de los demás es importante, pero, ¿en qué medida?

En algunas ocasiones ante respuestas, opiniones y actuaciones de los demás nos sentimos ofendidos, no reconocidos, poco valorados, incomprendidos… Ante críticas o decisiones molestos, no considerados, lastimados.

Otras veces incorporamos opiniones, «etiquetas» y ponemos nuestra identidad al servicio de lo que dicen los demás sin filtrar lo que hay de real en ello.

En nuestro ser habita una parte inconsciente que de manera automática responde a unas necesidades personales y tiene una vida propia, por decirlo de alguna manera. En ella habitan las razones por las que ante determinadas actitudes, mensajes y opiniones reaccionamos con tristeza, miedo, vergüenza, alegría…

A medida que trabajamos en nuestro desarrollo personal y observamos esta parte inconsciente, la vamos conociendo y valorando, haciéndola más consciente.

Para nuestro asombro, un día aquello ante lo que reaccionábamos deja de actuar según lo hacía. Uno advierte lo que le ocurre y responde. Dejamos de reaccionar ante las cosas para empezar a responder.

Saber «quiénes somos» para conocernos y poder discernir «quiénes son los otros» nos permite tener libertad para estar en la vida de una manera diferente,  siendo quiénes queremos ser y viviendo la vida que queremos vivir. Posiblemente, ello sea el sentido de la vida: vivir una vida con sentido.