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El proceso de des-cubrirse

Es preciso dejar de lado quién imaginas ser para conocer quién eres en realidad.

El ser humano es algo más que sus conductas, pensamientos, sentimientos y emociones. Es algo más que sus reacciones, relaciones e interacciones.

El ser humano no es sus patrones y sus hábitos, no es sus pensamientos ni sus acciones. El ser humano es más grande que todo lo anterior.

Cuando las personas sufrimos se debe a que hay una identificación con lo que podemos llamar ego o falso yo. Entran en escena creencias, teorías y percepciones que durante nuestro recorrido de vida hemos interiorizado; bien sea por conclusiones a partir de ciertas experiencias vividas, bien sea porque los adultos y/o agentes en nuestro proceso de socialización han emitido juicios que hemos incorporado sin cuestionar, sin hacer un proceso de asimilación, porque sencillamente, cuando uno es niño no cree que el adulto puede estar equivocado en sus afirmaciones.

El proceso de des-cubrimiento trata pues de esto, de conocer realmente quien es uno, de sacar a la luz lo verdadero. Cuando uno emprende este camino des-cubre una profunda conexión consigo mismo y con su esencia.

Podemos asimilar esto a una máscara que nos ponemos para sobrevivir en un mundo en el que estamos desprovistos de recursos y necesitamos un escudo que nos proteja de determinados riesgos que son percibidos como amenazantes.

Este ego o esta máscara nos lleva a crear un personaje con el que nuestra vida está supeditada; aunque no nos demos cuenta nos domina y nos convierte en prisioneros de nosotros mismos impidiéndonos apropiarnos de nuestras circunstancias y adueñarnos de nuestra vida.

Nuestro punto de inicio en este des-cubrimiento puede empezar por diferentes vías. A veces una ruptura de pareja, a veces una enfermedad, otras estar cansado de sufrir y una decisión son lo que marcan el viaje hacia nuestro interior, hacia aquel lugar de uno en el que se aclara la mirada y se empieza a diferenciar lo real de lo falso. Un camino apasionante donde uno se convierte en la mejor versión de sí mismo.

Bernie Siegel lo refleja acertadamente en uno de sus libros, dice así:

Hay personas que, en cierto sentido, han muerto para mantenerse vivas. Personas que han tratado de convertirse en alguien que no se quiere ser, a causa de la presión de los padres o de otras figuras de autoridad, de convertirse en médico, maestro, fontanero o ama de casa, aunque ni el trabajo ni el papel tengan significado para uno. Y entonces, un día, nos dicen que sólo nos queda un año de vida. A algunas personas, descubrir que son mortales les da, finalmente, permiso para vivir su vida. Entonces es cuando el maestro deja su trabajo y se muda a la orilla del mar, cuando el médico se compra una flauta, el ama de casa vuelve a la universidad y el fontanero se hace escultor. Dejan que muera su falso yo para dar nacimiento a lo que verdaderamente son. Uno puede suicidarse sin dañar su cuerpo”.

Nos vemos la próxima semana!

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