A menudo cuando somos niños soñamos aquello que seremos de ´mayores´… fantaseamos sobre el mundo de los adultos y lo que haríamos en él… cuando nos convertimos en adolescentes queremos la mayoría de edad, queremos vivir nuestra vida y que nadie decida por nosotros… sin embargo cuánto daríamos por volver a aquellos años cuando llegamos a la ´madurez´!
Crecer no es fácil, en cualquier sentido. Crecer duele, duele físicamente y duele emocionalmente.
Aunque el crecimiento reporta ganancias, también conlleva pérdidas. Previamente a crecer hemos tenido que perder, perder aquellas cosas que nos sirvieron y que ya no nos sirven, perder aquellas cosas que nos salvaron y que nos protegieron cuando éramos niños y que ahora ya no tienen sentido.
Cada vez que pasamos de una etapa a otra se produce lo que llamamos una crisis vital o crisis evolutiva. La palabra crisis implica una ruptura con lo viejo, con lo antiguo… una ruptura que implica un desequilibrio y una puesta en marcha de recursos para adaptarse satisfactoriamente a nuevas situaciones.
El tránsito de una etapa a otra a veces es más largo, a veces es más corto, a veces más amenazante, a veces menos. En cualquier caso una de las cosas que más se verá afectada va a ser la identidad, consecuentemente también el sentido de nuestra vida y aquello que daba una seguridad se ve ´sacudido´.
Decía Eduardo Galeano “Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día”.
¿Qué es pues una crisis o una transición? Así la veo yo, como Galeano, una síntesis de una contradicción, una integración de lo nuevo. Una alquimia donde la sabiduría de soltar lo que ya no sirve me permite tomar lo que necesito en una nueva etapa.
Cada vez que crecemos el mundo requiere que miremos con nuevos ojos, que dejemos atrás cosas, personas, situaciones que ya no están o con las que no se encaja. Alguien dijo muy acertadamente: ´La vida es un eterno dejar ir. Solamente con las manos vacías podrás agarrar algo nuevo´.
Nos vemos la próxima semana!