Todos somos adictos. Probablemente alguien se oponga a una afirmación tan contundente como la anterior, cosa que entiendo (yo también lo haría si choca con mis creencias y no encuentro entendimiento), sin embargo para quien esta afirmación le cause rechazo recomiendo especialmente que siga leyendo este post.
Desde hace tiempo, cuando uno se ha referido a la adicción en la cultura popular, se ha asociado la misma al consumo de una sustancia ocasional o frecuente. Después se empezó a conocer más lo que llamamos adicciones comportamentales o sin sustancia estando en esta categoría la adicción al juego, a internet o a los videojuegos entre otros.
De más reciente en el tiempo se catalogó la adicción a la compra compulsiva y a medida que pasa el tiempo hay constancia de la existencia de nuevas adicciones, ya sea a nuevas sustancias o a nuevas conductas en función de las modas de la época.
Lo cierto es que hay adicciones muy variopintas. Cada una con diferentes consecuencias y con necesidad de una intervención u otra, pero al fin y al cabo: adicciones.
Somos adictos a repetir patrones, tendencias y actitudes. Limpiar, amar, pensar, comer e incluso viajar se pueden convertir en actividades que se hacen de manera inconsciente, sin límites y de forma dañina.
Querer sentir determinadas sensaciones o estados anímicos permanentemente también puede ser causa de adicción en la medida en que uno necesita estar siempre en ellos y recurre al consumo de sustancias o la realización de alguna conducta para obtenerlos. Aquí podríamos hablar de las adicciones afectivas y dependencias emocionales, muy frecuentes en nuestros días y que no son percibidas como tal.
Pero, ¿qué lleva a la adicción? ¿Es una búsqueda de placer? ¿Es la satisfacción de una necesidad? ¿Es una cuestión de química? Aunque hay factores que están más presentes en el inicio y otros que operan en el mantenimiento de la misma cualquier adicción repercutirá sobre la conciencia de la persona.
Las adicciones son distracciones y evitaciones del contacto con nuestro mundo interno. Uno puede llegar a hacerse adicto a cualquier cosa que le haga sentir mejor por un rato aunque ello sea dañino. La adicción es cortoplacista; persigue evitar el dolor y obtener gratificación inmediata. A cambio se paga el precio del sufrimiento a largo plazo, la insatisfacción y la falta de sentido, pues el comportamiento, sustancia, actitud o tendencia no reemplaza el vacío existente ni satisface la necesidad que tenemos en el fondo del asunto.
¿Identificas algunas de tus distracciones y evitaciones?
Nos vemos la próxima semana…